Sugerir ocultando
Desde que en diciembre 2004 tuve el gusto de colaborar con Paco Nadie en la exposición Cuando sople el viento que presentó en la tercera planta del Museo Bartola, con motivo de la beca AlNorte, tengo la permanente sensación de que este artista tiene una fe poco habitual en las calidades expresivas. Y hablo de calidades expresivas tratando de aunar distintos parámetros, como las buenas soluciones técnicas, en cualquier disciplina o empeño, y la correcta transmisión de inteligentes guiños conceptuales, siempre irónicos pero nunca vulgares. Las instalaciones de Paco Nadie suelen ser un homenaje a la poesía y la naturaleza, donde el autor sugiere ocultando. Es un juego, rebelde y sereno a un tiempo. Quiero decir que, de alguna manera, trata de mantener unidas la comunicación y el misterio. Y lo hace sin perder ese norte, su norte, con una mirada sólidamente concebida, armonizando, si es preciso, grafito, poesía, audiovisuales, música, escenografía o modelado escultórico para incitarnos a la reflexión. Como ya hizo en otras ocasiones, Paco Nadie ha resuelto ahora su proyecto ‘H’ (que obtuvo uno de los dos premios Astragal 2005) desde un ritual iniciático, tributo a la multidisciplinaridad artística y el mensaje certero. La exposición, en el Espacio Astragal y las calles cercanas habla de la estructura del silencio, la desaparición del signo y la escala del tiempo, entre otras cosas. Como él mismo declara, sus querencias, referencias y vivencias están directamente relacionadas con el montaje. “Me inspiraron”, dice, “el camarín de las vulvas de Tito Bustillo, los estudios de mecanismos de músculos de los orificios de cuerpo de Leonardo Da Vinci, ‘El Origen del Mundo’ de Gustave Courvet, el ‘Etand Donné’ de Duchamp, los juegos deconstructivos de Gordon Matta Clark, el ‘Kilometro bajo tierra’ de Walter de María, el corte en el lienzo de Lucio Fontana, Cronenberg, Leolo, ‘El mar y el espejo’ de Auden, ‘Un apocalipsis invita vivir’ de Bernd Dietz, los ‘Who’, Giant Sand, Bach, Bruce Nauman, McLuhan, Lao Tsé, mi familia y muchas obras, personas, personajes, autores, amigos y lugares que me arrepentiré por no haber nombrado” . Sus relieves, a modo de agujeros de aspecto orgánico integrados en las paredes del espacio, recuerdan también ciertas oquedades de obra de Henry Moore, que Arheim definió como formas agujereadas para: “...remodelar el cuerpo humano...”. En nuestro Paco Nadie, “estos lodazales de aire condensado que llenan agujeros y depresiones, solamente tienen contornos definidos cuando imitan al cuerpo de la figura”. Su trabajo, pues, también alude a “la función del espacio en la escultura, a ese capturar el espacio”. El artista recuerda incluso la misteriosa luz zurbaranesca, el énfasis matérico de Barceló, la espacialidad vibrante de Brancusi, los numerosos agujeros de la Casa Batlló de Gaudí, la orgánica actitud oculta en los dibujos y esculturas de Navascués, incluso las aproximaciones al individuo de Paco Cao y sus sonadas experimentaciones. Estamos, pues, ante una exposición concebida “para que entre lo de fuera y salga lo de dentro”, para huir de los argumentos falazmente disfrazados de discursos cristalinos, para creer firmemente en los sonidos del silencio. Silencio que Paco Nadie también homenajea, rescatando esa ‘H’ como imagen de una iconografía que refleja la estructura del silencio y posibilita, por tanto, cualquier comunicación. Porque comunicar es hacer sociedad y crear nuevas formas de habitar la vida. Porque, si la sinceridad es virtud y defecto, quizás no valga nada. Pero la verdad lo vale todo.